martes, 13 de mayo de 2008

Martes 13


Todo comenzó al ver una serie de televisión, hace un lapso no muy largo de tiempo, la cual nos inspiró para revelar nuestras ideas intrínsecas presentes, en aquella época de nuestra propia historia.

Vivíamos a las afueras de la ciudad, cerca del campo. La naturaleza nos volvió exploradores, siempre creímos en su Deidad y en sus encantos; hacíamos fogatas y tertulias bajo tanta belleza e imaginación, que despertaban y que todavía lo hacen las estrellas.
Mi hermano era un adulto pero le gustaba jugar con mi ingenuidad y envolverse en mi tranquilidad. Nunca me hablaba de lo que lo atormentaba, ni de sus problemas, solo me hablaba de locuras y de claves para descifrar encantos.

Aquella noche era viernes y no nos despegaríamos del televisor hasta que terminara nuestra serie de terror favorita:

Cementerios malditos,
Vampiros,
Brujas y Hechiceros…
nos abrían mucho la mente y siempre resultábamos influenciados haciendo lo mismo.

Fue un Domingo antes de salir el sol.
Habíamos equipado todo lo indispensable.

Caminamos entre campo y finca,
Entre finca y montaña,
Entre riachuelo y pasaje encontramos la cueva perdida. Como era de esperarse estaba llena de murciélagos, ya lo sabíamos, ya habíamos entrado antes.
Pasamos a ras de piso, aunque había uno que otro murciélago que nos mechoneaba llegamos al otro sector.
No hay murciélagos y la cueva se hace más estrecha.
Este sector termina en la caída de un pozo y la única forma de pasar al otro lado es saltando al fondo. Luego de saltar se ve una pequeña playa que continua la cueva hasta un sitio supuestamente hermético, pero no lo es.
Hay una salida o pasadizo que se hace en un pequeño pozo a una orilla de la cueva, se pasa por debajo del agua y se llega a otro sector, donde hay un agujero en la montaña.
El mismísimo cráter que pareciese que no tuviera fin.
Pero nuestro objetivo era llegar hasta allí no más. En ese lugar había una cueva contigua, aquella que habíamos escogido en el pasado para nuestra idea excelente.

Enterraríamos un cofre para desenterrarlo diez años después en el primer martes 13 del año. Dentro del cofre guardaríamos objetos y recuerdos de la época.

Luego...al salir de la cueva nos apresuramos de lo tarde que era y bajamos por el camino más corto a la carretera. Una camioneta apareció en aquel crepúsculo regalándonos un final de día lleno de colores, encanto y fantasía.
Nos dejó cerca de nuestra casa, recuerdo que estábamos muy embarrados pero muy felices.

Pasaron unos meses y mi querido hermano se fue de la casa

La vida nunca ha sido tan fácil

Al pasar los años tomé la misma determinación

Después de estar por aquí y por allá
Después de trabajar en esto y lo otro
Después de ser ello y aquello, pasaron los diez años.

El primer martes 13 del año
Salí de mi casa en la mañana sólo, ya que mi hermano no pudo cumplir la cita , eso me disgusto realmente. Pero en el fondo, los años me enseñaron a ser más tolerante y tranquilo y ese sentimiento hace que las cosas no se compliquen más de lo que están.
Entonces lo perdoné y resulté en aquella cueva cavando con la luz de una linterna.

En el momento que la pala tocó aquel cofre, mi emoción se volvió incontrolable…
…ahí estaba en mis manos, el que había estado escondido en el canto de la tierra.
...
Lo limpié lentamente mientras pensaba y fantaseaba...
... y de repente lo abrí.
Había una foto de una fiesta familiar, estaba mi diario, un cassete de Rock y unos dibujos.
De mi hermano había una carta, dos billetes y un anillo. El anillo me lo coloqué y me dispuse a leer detenidamente, los pensamientos intrínsecos de mi hermano en aquella época de su historia.

Una parte decía lo siguiente:

Según como van las cosas en mi vida,
Lo que tengo y la perspectiva que tengo del mundo en mis pensamientos y en mis ideas, creo y estoy casi seguro que para esta fecha estaré muerto.


.q.e.p.d

Fin